Conozco a Pilar y Juan desde hace más de ocho años. Siempre se han visitado en su mutua privada, venían a la consulta a enseñarme la multitud de informes y pruebas complementarias de los diferentes especialistas que les llevaban, y por supuesto a pedir las recetas, a veces interminables listas de la compra, que debían a la farmacia.
Tras la consulta habitualmente me sentía frustrada, ocupaban mucho del escaso tiempo que tenía y sin embargo, tenía la sensación de que como médico no había aportado absolutamente nada. Media hora, que restaba de una correcta atención a otros pacientes, que quizá lo necesitaran más. Continua llegint